Mi perfecto final

Tomé mi bicicleta y comenzé a pedalear con todas mis fuerzas.
Quería calmar mi furia y mis pensamientos.
Pedalee aún con más violencia, sin mirar hacia adelante, solo buscando callar mis malos pensamientos.
No vi que el barranco se aproximaba, solo demostraba más calma por estar consiguiendo mi objetivo.
Mis pensamientos seguían apareciendo, pero con menos intensidad.
Levanté la cabeza, vi el barranco, calculé que estaría a unos 50 metros de él.
Comenzé a pedalear con nuevas fuerzas. Vi que estaba más cerca.
Sentía calma, tranquilidad, esa calma que sientes luego de tus primeros días de clase, cuando notas que todo va como a ti te gustaría que vaya.
30 metros, 20 metros, más calma, hasta alegría llegué a sentir; 10 metros, a unos pocos segundos estaba el barranco.
Había olvidado los pensamientos por completo, sentí su frío aliento, eso no me asustó, sino que me calmó, me aseguro el fin, esa libertad infinita, llena de calma.
Agarré su mano, la sentí huesuda, pero al mismo tiempo con una energía unica, que me ayudo a superar esa barrera, esa que todos tenemos, y que solo unos pocos estamos decididos a superarla.
La vi, vi que no era como siempre se cree, era hermosa, era todo, y al mismo tiempo era lo peor.